Madrid,- En Madrid, la ciudad que lo adoptó temporalmente y donde dijo haber entendido «la necesidad de desarrollarse más como persona», Sebatián Yatra ha puesto a bailar hoy a más de 12.500 personas junto a invitados como Lola Índigo y Pablo López que han redondeado un espectáculo de por sí electrizante.
«He pasado más días jodido que realmente contento por lo que me estaba pasando. A veces somos parte de una carrera en la que nosotros mismos nos ponemos y nos pasamos. Un día decidí cambiar la dirección y ahí realmente me sentí parte de ustedes. Aquí está todo lo que necesitamos y se llama amor», ha confesado el joven astro colombiano «sin aire y emocionado» en un «show» en el que lo ha dado todo.
Ni la cumbre de la OTAN ha interferido en la buena marcha de este concierto en el Wizink Center, que se ha quedado sin una sola butaca libre y que podría haber acogido aún más público si la pista no se hubiese cubierto también con sillas, decisión extraña ante un artista que ha obtenido algunos de sus grandes éxitos actualizando la música latina.
A esta cita en mitad de una extensa gira por España, Yatra (Medellín, 1994) ha llegado pletórico: «Dharma» (2022), su último disco, debutó como número 1 mundial en la lista de Spotify, una posición que también alcanzó en este país.
En Madrid fijó su residencia en el último año al surgirle varios proyectos que le han permitido crecer además en versatilidad y visibilidad, como el rol protagonista en la serie de televisión de Manolo Caro «Érase una vez… pero ya no» o su papel de «coach» en la edición infantil del concurso «La voz».
Por si fuera poco, redondeó el año con su aparición en la última ceremonia de los Oscars para interpretar el tema que grabó para la BSO de la película «Encanto» y que resultó nominada a mejor canción, «Dos oruguitas».
No ha sonado ni ese tema ni su esperada colaboración con Pablo Alborán que ayer presentaron juntos inesperadamente en las calles de la ciudad, aunque nadie parece haberlas echado de menos entre las más de dos decenas de cortes del repertorio, con casi idéntico peso para el disco que justifica la gira como para su debut, «Mantra» (2018).
Escenográficamente no ha ahorrado en recursos entre chorros de fuego y chispas eléctricas, con un apabullante escenario con podios cubiertos de leds y una gigantesca pantalla con forma de pupila, mientras que en lo musical lo ha respaldado una banda de cuatro músicos que ha primado el volumen y la potencia, aunque la calidad del sonido no haya sido todo lo clara que hubiese sido deseable.
Y así, tras una ráfaga de humo y guitarrazos eléctricos, Yatra ha irrumpido en el Wizink Center con un arranque popero integrado por las recientes «Melancólicos anónimos», «Modo avión» y el gran éxito «Tacones rojos», con los que ha escapado a la esclavitud comercial del reguetón que marcó su repertorio anterior.
Prometió que en esta gira se movería más y ciertamente desde el comienzo se ha mostrado muy dinámico en el escenario con sencillas pero vistosas coreografías junto a sus cuatro bailarines.
Empapado en sudor, poco ha tardado en zafarse de las muchas capas de abrigo con las que se ha presentado en una ciudad con 29 grados en el exterior y, ya en camiseta, ha seguido agitando a un público mayoritariamente femenino con canciones como «Traicionera», otro de los cortes más coreados de la noche.
En el turno de las baladas se ha sentado a solas al piano para interpretar «Cómo mirarte» y «Devuélveme el corazón», una canción que según ha revelado escribió basándose en la experiencia de alguien «que fue a la guerra y que cuando regresó sintió que no pertenecía a este mundo». «Este es un recuerdo a todos de que este mundo vale la pena», ha insistido.
Yatra ha filtrado estratégicamente los hitos del «show» para que ni el ritmo ni las sorpresas decayeran, como ha demostrado al invitar a Pablo López a revivir juntos «Adiós» y también la famosa «El patio» del artista malagueño o, justo después, cuando se ha hecho cómplice de una propuesta de matrimonio con final feliz.
No han estado físicamente ni Rosario, ni David Bisbal ni Beret (sí sus voces), pero Yatra se ha bastado para levantar cada una de las canciones y convertir el recinto en una fiesta en ebullición, ya fuese con «A partir de hoy» o con la aflamencada «Dharma» que ha fusionado con el «No estamos locos» de Ketama.
«¡Yo creo que podemos seguir subiendo la energía, Madrid!», ha retado al público ante un segundo bloque aún más electrizante en el que han destacado «hits» como una explosiva «Ya no tiene novio» que ha rozado el rap rock o «Runaway», provocando un grito aún más ensordecedor cuando se ha desprendido de su camiseta empadada.
Tras un tramo más emotivo que le ha permitido recuperar algo de aliento con piezas como «Un año», ha llegado el remate final con «Las dudas» (con Aitana enlatada), «Robarte un beso» y «Pareja ideal» como cierre no sin ofrecer antes una última sorpresa: la de Lola Índigo como la «Chica ideal» de quien se ha despedido con un último deseo: «¡Madrid, nunca te vayas de mí!».